Sobre mi

Soy un pintor español nacido en Madrid en el año 1.956. Procedo de una época en las que las familias trabajadoras podían aspirar con naturalidad a que sus hijos tuvieran estudios universitarios. Es mi caso y en 1.982 finalicé la carrera de escultura en la Facultad de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Inmediatamente la necesidad de supervivencia hizo que me dedicara a pintar retratos en las calles de las costas peninsulares españolas, así como en Ibiza y Tenerife. Estos años de vida seminómada me fueron alejando de la escultura, actividad que requiere estar radicado en un lugar fijo. Como contrapartida me pusieron en contacto con la técnica del pastel, que jamás había usado antes y en la que he encontrado el medio que más se ajusta a mi sensibilidad. En 1.987 me establecí definitivamente en la Costa Brava, un lugar apacible y de radiante luminosidad que ha transformado poderosamente mi visión de la luz y el color.

Desde muy pronto me he sentido atraído por el mundo interior de la mujer, una especie de misterio que me produce gran fascinación. No creo en el arte demasiado conceptual pero tampoco en el virtuosismo. El arte sin comunicación emocional es respetable pero no me interesa apenas. El hecho de que iconográficamente mis cuadros tengan un marcado sabor “retro”, o si se quiere anacrónico, no se debe a una voluntad de revivir un mundo ya pasado sino a que la indumentaria sobria y funcional que se impuso hace ya mucho tiempo no me resulta nada atractiva desde el punto de vista plástico.

Estilísticamente me considero como un pintor muy clásico, mis artistas más admirados son principalmente los del siglo XVII, sobre todo Rembrandt y Velázquez, pues entiendo que es la culminación del camino que se inició en el Renacimiento. La escultura clásica griega, muy en particular los frontones del Partenón de Fidias, la encuentro otra cumbre de nuestra tradición artística, me ha marcado también profundamente. Aunque haya en el interior del país, mi vida en el Mediterráneo ha hecho que me deje seducir progresivamente por la invasión de luz y color que me estimula cada día. Por eso entiendo que con frecuencia mis cuadros puedan parecer impresionistas, pero nada hay más lejos de la realidad. Asumo su influencia porque liberaron la luz y el color del corsé del claroscuro, pero el dibujo como sostén de la pintura está prácticamente ausente en las obras de los impresionistas propiamente dichos, como Manet. Para mí, sin embargo, el dibujo, en sus varias facetas, es la estructura sobre la que se edifica un cuadro. Otros pintores sin embargo, mal llamados impresionistas, me interesan mucho más; véase Manet, Degas, Cézanne, o el mismo Sorolla. Nunca se desentendieron del dibujo.

EL PASTEL

Aunque también uso el óleo como medio pictórico, la frescura e inmediatez del pastel no tiene rival. Se trata de la técnica más directa, la única en la que el artista trabaja con el pigmento puro. Esto aporta algunas ventajas. En primer lugar en las técnicas húmedas el color sufre transformaciones durante el secado, puede oscurecerse, perder brillantez o amarillear, mientras que al ser un medio seco el color del pastel permanece siempre inalterado. En segundo lugar, también a diferencia de las técnicas húmedas, la obra puede seguir permanentemente el ritmo que marque el artista y no ser éste el que deba de adaptarse a los ciclos de secado. No hay necesidad de apresurarse si se quiere pintar “alla prima” ni tampoco es necesario esperar si se quiere pintar sobre seco. Ningún condicionante
coarta la libertad de plasmar con inmediatez las emociones o ideas que surjan espontáneamente. Por último la sensación táctil solo es comparable al modelado con arcilla, ningún instrumento es necesario, basta con las manos y unas barras de
pastel.

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